Un memorando que se filtró a Condoleezza Rice, firmado por Zalmay Khalilzad, el embajador en Bagdad, describe una tragedia en gestación. La única pregunta es cuándo tendrá lugar. El memo informa del miedo y el sufrimiento de los iraquíes, especialmente de aquellos que trabajan para los norteamericanos.
Heather Mallick
Personas que como yo aman la paz no pueden tener respiro en estos días. No solamente somos la tímida mayoría silenciosa (lo opuesto a la mayoría silenciosa amante de la guerra cuya lealtad reclamaba Richard Nixon para proseguir la carnicería en Vietnam), sino que estamos ahogados por los gritones racistas, por los amantes de las armas, por las enormes corporaciones y la gente que quiere hacernos creer que Irak disfruta con la ocupación.
Pero yo esperaba que podríamos tener unos pocos días de una conducta decente por parte de los funcionarios militares norteamericanos, después de que se anunció que dos soldados de Estados Unidos, Kristian Menchaca (23) y Thomas Lowell Tucker,(25), figuraban como desaparecidos y probablemente habían sido capturados. Me imaginé que los combatientes de la resistencia iraquí mantendrían a esos prisioneros sin dañarlos como una cuestión de estrategia. Uno o dos “combatientes enemigos” podrían haber sido liberados en Guantánamo. Tal vez, las prisiones secretas de la CIA en Europa Oriental suspenderían sus operaciones. Un ciudadano pacífico del mundo tiene estas frágiles esperanzas.
Trágicamente, encontraron muertos a los dos marines. El modo en que estos dos jóvenes murieron todavía tiene que ser revelado. Pero es tal el escepticismo que rodea a todas las declaraciones de Washington, que es muy difícil creerlas.
La mayoría de las personas deben haber encontrado una gran ironía en las palabras del vocero del ministerio de Defensa iraquí, teniente general Abdul Aziz Mohammed. El portavoz informó que a los marines “se los mató de un modo brutal”, y que sus cuerpos mostraban signos de tortura. Murieron de un modo que es bastante común en esta guerra. Si el Gobierno de Estados Unidos se burla abiertamente de la Convención de Ginebra, entonces no es tan fácil culpar a los combatientes de la resistencia (o insurgentes, o como sea que se los denomine) por actuar de manera similar.
Uno estudia las fotografías tomadas luego de la matanza de civiles iraquíes en Haditha. Los cadáveres están envueltos en ropas blancas. Están las largas, presumiblemente las de los hombres, y las cortas, probablemente de las mujeres. Y están las diminutas, de los niños muertos a balazos. Los marines murieron después de las revelaciones de Haditha, después de la desagradable exhibición de Estados Unidos del cadáver mutilado del jefe de Al-Qaeda en Irak, y después del video propalado por Internet de un hombre, que presumiblemente es un soldado norteamericano, explicando en una canción los placeres de matar a la familia de una mujer iraquí.
El título del video es “Hadji girl”, la muchacha Hadji. “Hadji” alude a los musulmanes que han hecho su peregrinaje a La Meca, pero el término ha sido adoptado supuestamente por los soldados estadounidenses como peyorativo. En Vietnam, los llamaban “gooks”. En estos 40 años solamente las sílabas han cambiado. Y esto va a empeorar. Un memorando que se filtró a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, firmado por el embajador de Estados Unidos en Bagdad, Zalmay Khalilzad, describe una tragedia en gestación. La única pregunta es cuándo tendrá lugar. El memo informa del miedo y el sufrimiento de los iraquíes, especialmente de aquellos que trabajan para los norteamericanos. Ellos viven con cortes eléctricos cotidianos, en una ciudad aplastada por un calor devastador. Los empleados hacen cola durante 12 horas para conseguir gasolina en una de las naciones más ricas en petróleo de la tierra. Las mujeres empleadas son hostigadas y amenazadas por sus colegas, cuyas afiliaciones n o pueden identificar. Incluso los niños pequeños no se animan a jugar afuera cuando están usando pantalones cortos.
Los empleados iraquíes atrapados en la Zona Verde y sus temores sobre los “planes” que hay respecto a ellos tendrían que hacer recordar el período de los “campos de exterminio”, después de que Phnom Penh cayera ante los jemeres rojos en 1975. Éstos se acercaron a las embajadas, ordenando al personal camboyano que se rindiera. Si lo hacían, ellos sabían que era una condena a muerte.
Como de costumbre, Estados Unidos ofreció respaldo a los perdedores. La misma cosa pasó en Vietnam cuando los norteamericanos decidieron huir a la carrera. Los survietnamitas que habían cometido el fatal error de confiar en Estados Unidos fueron arrojados al enemigo. Luego, vinieron esas fotos terribles de vietnamitas tratando de trepar a helicópteros. Soldados estadounidenses los echaron a patadas de esas aeronaves sobrecargadas. En eso consiste la política exterior norteamericana: es una pesadilla recurrente. La historia no ha enseñado ninguna lección duradera.
Finalmente, los estadounidenses se irán, y todo lo que nosotros podemos hacer es reclamar que Naciones Unidas no permita que abandonen a los iraquíes a sus muertes lentas. Que no les permitan caer del cielo mientras los norteamericanos vuelan a su país. El memorando del embajador a Rice reclama “objetividad, civilidad y lógica”. Si el papel no se hubiera filtrado, ¿Rice lo habría leído alguna vez? ¿Lo tomará ella como una advertencia? Fue una advertencia cortés, razonada, basada en la posible tormenta de sangre que aguarda en el futuro. Si solamente Rice pudiera prestarle atención y persuadir a su estúpido jefe que la tierra que él recientemente visitó por cinco horas está a punto de explotar. Ni hablar de mis patéticas esperanzas de amante de la paz sobre una breve, extraoficial detención del derramamiento de sangre.
tomado de: La Nacion.cl