La Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas aprobó este jueves en Nueva York una declaración no vinculante que resguarda los derechos humanos, a la tierra y los recursos de los pueblos originarios en todo el mundo.
De este modo, la declaración otorga a los 370 millones de indígenas de todo el mundo el derecho a la autodeterminación, al control de sus tierras y sus recursos naturales, y a la preservación de su cultura y tradiciones.
Además, establece que las comunidades indígenas no pueden ser desplazadas de sus territorios y su relocalización no se puede realizar sin consentimiento previo luego de una decisión libre.
El documento afirma que los territorios de comunidades originarias no pueden ser empleados con fines militares ni para depositar residuos tóxicos.
La mayoría de los 46 artículos que integran la declaración fueron extraídos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de tratados sobre las libertades políticas y civiles.
Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda no suscribieron el documento que será vinculante para los gobiernos que decidan promulgar leyes nacionales para reconocer la declaración.
AGENCIA PULSAR
Soy libre... ...puedo elegir el banco que me exprima; la cadena de televisión que me embrutezca; la petrolera que me esquilme; la comida que me envenene; la red de telefonía que me time; el informador que me desinforme; y la opción política que me desilusione. Insisto: ...Soy libre.
13 septiembre 2007
El 18 (ojo, escrito en 1905)

Muchas veces nos hemos preguntado: ¿qué cosa celebra el pueblo en los días llamados del 18 de septiembre?
Algunos y sobre todos los burgueses, nos dicen: “celebramos nuestra emancipación política, nuestra independencia como república”.
Mas en realidad de verdad, la clase proletaria no tiene ninguna libertad ganada con el cambio operado en Chile el 18 de Septiembre de 1810.
Si alguna libertad tiene el trabajador, ella es, la de morirse de hambre, vivir en la misería o pasar toda su vida en el presidio.
Para que veamos bien estas cosas, para analizar su realidad, debemos alejarnos un poco del fanatismo que nos empuja a creernos emancipados y a considerar como nuestra la independencia de la República.
Nada, pero nada, tiene que celebrar el pueblo proletario en esta fecha, porque su libertad aún no la ha conquistado.
Los que verdaderamente se emanciparon del yugo español fueron los ricos, pero no por sus esfuerzos, sino por los esfuerzos y sangre de los pobres.
Los pobres eran pobres bajo el yugo de la monarquía española, y pobres son todavía, bajo el yugo de la monarquía chilena, llamada por sarcasmo república libre.
Entonces, ¿ qué celebran los pobres ? ¿la emancipación de los ricos chilenos sobre los ricos españoles?
Abre tus ojos, pueblo, y verás la verdad.
La libertad no la tienes y debes prepararte para conquistarla.
Lo que hay de verdad, miradas las cosas sin pasión, es que un grupo de ambiciosos de poder y de dinero y que hoy son llamados “ padres de la patria”, armaron a los esclavos de la colonia para hacer la revolución y una vez vencedores ellos se apoderaron de la dirección de los pueblos y del dinero.
Desde que se proclamó la república, los impuestos y las contribuciones han ido aumentando asombrosamente hasta llegar a formar hoy día una renta de más de ciento cincuenta millones de pesos anuales, que se la roban y la malgastan entre los favorecidos y los ricos.
¿Qué toca al pueblo de toda esa renta creada en esta república independiente?
La metralla y los sables, el patíbulo y las cárceles que con ese mismo dinero, arrancado a su trabajo, se le tiene preparado como premio, cuando intente reclamar justicia.
Los proletarios que se precien de serios, estudiosos y amantes de la emancipación del pueblo, deben comprender que es sumamente pernicioso contribuir a celebrar una fiesta que marca una nueva jornada de esclavitud para el pueblo.
Es pernicioso porque la ignorancia hace creer al pueblo que en esos momentos se olvidan las diferencias entre ricos y pobres, que al rico le conviene porque así narcotiza por algún tiempo al pueblo; pero los trabajadores pierden porque al calor de esos momentos los ricos apretan más las cadenas con que nos oprimen.
¿Qué patria tenemos nosotros que no poseemos un solo pedazo de suelo, ni un techo donde descansar?
¿Qué libertad tenemos nosotros que no podemos andar, comer, gozar, ni trabajar sino bajo el peso de leyes abrumadoras y pesadas ?
¿Que celebramos entonces?...
Luis Emilio Recabarren S.
El Proletario. Tocopilla, 16 / septiembre / 1905.
Tomado de AQUI
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11 septiembre 2007
Algunas palabras ciertas......
Ya basta de 11 de septiembre
por Alejandro Kirk
Quien debe conmemorar el 11 de septiembre es la derecha. Fue su golpe, ellos ganaron, acabaron con todo y en pocas horas generaron un cambio que se mantiene vigente hasta hoy, como lo simboliza el nombre de una de las avenidas más importantes de Santiago.
Los derrotados, las víctimas y sus millones de herederos debieran realizar este día un homenaje sencillo a Salvador Allende, a los desaparecidos, a los muertos y torturados, y dedicar luego todas sus fuerzas a otra cosa de más proyección. Es irrefutablemente legítima la bronca que proviene del aquel día martes de 1973, y de la gigantesca campaña de desmemoria, pero no suficiente. Al revés, la rabia parece hoy el gran obstáculo para convertir en verdades la retórica de redistribución, equidad y desarrollo, única manera de derrotar al pinochetismo para siempre.
Ese objetivo requiere una mudanza drástica de símbolos, colores, estilos y formas de organizarse. Requiere el fin de las caras amargadas y las voces indignadas, y su reemplazo por un propuesta asertiva, de largo plazo, una propuesta que las personas perciban no sólo como justa, sino –sobre todo- como posible, por la que vale la pena trabajar e inscribirse en el registro electoral.
Un colega norteamericano me recordó hace poco que los estudiantes polacos se enfrentaban en los años 80 a la policía con serpentina, flores, besos y chistes, no con inútiles bombas molotov, piedras ni insultos. Eso mostraba lo absurdo de la represión, evidenciaba el ridículo espectáculo del despliegue policial, convertía a los represores en perdedores.
El año pasado, recorrí Vietnam por diversos medios: moto, autobús, tren. Pocos países han sufrido agresiones tan brutales, y sin embargo me llamó la atención en los museos que lo central de la propaganda en los 30 años de guerra contra Francia y Estados Unidos no era el martirio, sino la determinación, la promesa de un país independiente, libre y digno. Junto al fusil, el elemento permanente de la gráfica es la sonrisa.
El domingo en la mañana, en esa Alameda que no se termina de abrir, cuando vi ese ejército de carabineros, de pronto se me ocurrió que la derecha había organizado un acto masivo para celebrar el aniversario del golpe de Estado, y repudiar violentamente al gobierno de Michelle Bachelet por las políticas socialistas que denuncia la oposición. Pero no.
Los argumentos represivos delatan miedo. Los desmanes son inherentes a todo acto masivo, pero jamás se habla de hacer partidos de fútbol sin público, o de prohibir los conciertos de rock, las discotecas, los pubs o las fondas para proteger a la ciudadanía. Tal vez si un gran empresario organizara las protestas, y se pagara entrada para participar, la policía tendría otra actitud.
Ya está suficientemente registrada la obsesión chilena con sus derrotas, la importancia de los vencidos, aquel aparente deseo secreto y autodestructivo de que las cosas salgan mal. Pero la Unidad Popular no ganó en 1970 con una idea resentida, sino con un proyecto bonito, esperanzador. Lo mismo ocurrió en el plebiscito de 1988. Hay que inventar todo eso de nuevo, porque si no seguirán ganando los malos, seguirán ocupando la calle los encapuchados, seguirán los criminales presos en hoteles, triunfará la bronca, seguirá la gente recibiendo palos y gases, y seguiremos perdiendo la crucial batalla por la Alameda.
*Alejandro Kirk es periodista
lee AQUI
por Alejandro Kirk
Quien debe conmemorar el 11 de septiembre es la derecha. Fue su golpe, ellos ganaron, acabaron con todo y en pocas horas generaron un cambio que se mantiene vigente hasta hoy, como lo simboliza el nombre de una de las avenidas más importantes de Santiago.
Los derrotados, las víctimas y sus millones de herederos debieran realizar este día un homenaje sencillo a Salvador Allende, a los desaparecidos, a los muertos y torturados, y dedicar luego todas sus fuerzas a otra cosa de más proyección. Es irrefutablemente legítima la bronca que proviene del aquel día martes de 1973, y de la gigantesca campaña de desmemoria, pero no suficiente. Al revés, la rabia parece hoy el gran obstáculo para convertir en verdades la retórica de redistribución, equidad y desarrollo, única manera de derrotar al pinochetismo para siempre.
Ese objetivo requiere una mudanza drástica de símbolos, colores, estilos y formas de organizarse. Requiere el fin de las caras amargadas y las voces indignadas, y su reemplazo por un propuesta asertiva, de largo plazo, una propuesta que las personas perciban no sólo como justa, sino –sobre todo- como posible, por la que vale la pena trabajar e inscribirse en el registro electoral.
Un colega norteamericano me recordó hace poco que los estudiantes polacos se enfrentaban en los años 80 a la policía con serpentina, flores, besos y chistes, no con inútiles bombas molotov, piedras ni insultos. Eso mostraba lo absurdo de la represión, evidenciaba el ridículo espectáculo del despliegue policial, convertía a los represores en perdedores.
El año pasado, recorrí Vietnam por diversos medios: moto, autobús, tren. Pocos países han sufrido agresiones tan brutales, y sin embargo me llamó la atención en los museos que lo central de la propaganda en los 30 años de guerra contra Francia y Estados Unidos no era el martirio, sino la determinación, la promesa de un país independiente, libre y digno. Junto al fusil, el elemento permanente de la gráfica es la sonrisa.
El domingo en la mañana, en esa Alameda que no se termina de abrir, cuando vi ese ejército de carabineros, de pronto se me ocurrió que la derecha había organizado un acto masivo para celebrar el aniversario del golpe de Estado, y repudiar violentamente al gobierno de Michelle Bachelet por las políticas socialistas que denuncia la oposición. Pero no.
Los argumentos represivos delatan miedo. Los desmanes son inherentes a todo acto masivo, pero jamás se habla de hacer partidos de fútbol sin público, o de prohibir los conciertos de rock, las discotecas, los pubs o las fondas para proteger a la ciudadanía. Tal vez si un gran empresario organizara las protestas, y se pagara entrada para participar, la policía tendría otra actitud.
Ya está suficientemente registrada la obsesión chilena con sus derrotas, la importancia de los vencidos, aquel aparente deseo secreto y autodestructivo de que las cosas salgan mal. Pero la Unidad Popular no ganó en 1970 con una idea resentida, sino con un proyecto bonito, esperanzador. Lo mismo ocurrió en el plebiscito de 1988. Hay que inventar todo eso de nuevo, porque si no seguirán ganando los malos, seguirán ocupando la calle los encapuchados, seguirán los criminales presos en hoteles, triunfará la bronca, seguirá la gente recibiendo palos y gases, y seguiremos perdiendo la crucial batalla por la Alameda.
*Alejandro Kirk es periodista
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10 septiembre 2007
OTRO 11 DE SEPTIEMBRE EN CHILE

Amigos y amigas,
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Otro 11 de septiembre se nos sobreviene, y por esas cosas del calendario cae precisamente un martes, como aquel martes de horror en que vivimos la masacre, como cantan Los Tres, sin saber porqué. Y como cada once, cargaremos luces en el mar y echaremos agüita a estas flores para que no se sequen.
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Pero aún más: renovaremos el compromiso, desde el recuerdo de las vidas concretas de aquellas personas, conocidos y anónimos, que intentaron dar ese salto de tigre en la historia de Chile que fue el gobierno del Presidente Allende. Y el recuerdo de nosotros, las nuevas generaciones, los hijos e hijas, nietos y nietas de aquellas personas hermosas, lo haremos desde la búsqueda persistente de convertirnos en herederos de sus intentos.
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Y los recordaremos no desde el pasado, sino desde lo que con sus breves vidas de lucha social y familiar fueron capaces de abrir. Algo que en algún momento vendrá a nuestro encuentro, si somos suficientemente sensibles y responsables para exponernos a su testimonio y acogerlo con ellos hubieran deseado: persistir por una sociedad más humana, libre y justa. Porque entrar en posesión de una herencia implica asumirla y darle una nueva apertura hacia el futuro, y no ir a la zaga tomando nuestra orientación del pasado. De lo que se trata entonces, es de apropiarnos productiva y creativamente de sus luchas para proyectarlas, desde nuestro propio quehacer presente, al futuro.
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A continuación comparto con ustedes el calendario de actividades que ha preparado la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Están invitados a participar en ellas, con vuestros sus hijos y sobrinos, y los amiguitos de ellos. Se trata de actividades de homenaje, encuentro, de compartir emociones, de verse y sentir que nunca estamos solos, que el olvido y la muerte no triunfarán aunque se formen todos los Partidos Militares del mundo quienes aún no comprenden que solo con justicia habrá paz.
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En ese marco, el domingo 9 de septiembre, a las 15:00 hrs., en la Plaza República de Venezuela, en la Población San Joaquín, mi esposa Karen cantará y danzará acompañado de mi guitarra eléctrica, en homenaje a su tío Jorge Aravena, quien con veintitrés añitos de edad, y siendo de Investigaciones de Chile, murió herido a bala junto a otras personas combatiendo en esa plaza el 11 de septiembre de 1973, defendiendo con su arma de servicio al gobierno constitucional, democráticamente electo.
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Abrazos y ojalá nos veamos,
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Manuel
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