01 marzo 2008

"No hay democracia donde hay miseria, ni hay paz donde hay opresión"

Reciban, señores representantes de los gobiernos del mundo, un saludo bolivariano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo.

En esta ocasión nos dirigimos a ustedes, Presidentes, Primeros Ministros y Jefes de Estado, con la finalidad de invitarlos a contribuir en la construcción de la Paz con Justicia Social para Colombia mediante el reconocimiento del estatus de beligerancia que nuestra organización guerrillera, las FARC- EP, ha ido conquistando a través de estos más de cuarenta años de resistencia y lucha por los derechos del pueblo colombiano.

Creemos, como revolucionarios que somos, en la posibilidad de encontrar una salida política a esta guerra que desangra a Colombia. De parte nuestra hay, ténganlo por seguro, la más absoluta disposición para el diálogo y el entendimiento. Nuestros planteamientos revolucionarios nos indican que sólo con la participación de todos los colombianos y todas las colombianas podremos transformar a nuestra patria doliente en una donde florezcan la convivencia pacífica y la libertad.

Nuestra vocación de paz sigue incólume, pues somos una organización político militar alzada en armas contra el despotismo de quienes piensan que gobernar se reduce al innoble acto de reprimir salvajemente las expresiones de inconformidad que surgen, inevitablemente, a raíz del hambre y la miseria impuestas a las mayorías populares. Somos pueblo en armas; somos el ejército de ese pueblo que, inspirado en el ejemplo del Libertador Simón Bolívar, se ha levantado contra la violenta clase gobernante de nuestro país en procura de mejoras profundas a la vida de los colombianos.

Pero nuestra voluntad de paz para Colombia ha topado, una y otra vez, contra el obstáculo de una cúpula guerrerista enquistada en el poder. Esa cúpula, apoyada financiera y militarmente por los Estados Unidos, está encabezada el día de hoy por el actual presidente Álvaro Uribe Vélez, quien ha llegado, incluso, al extremo de legalizar a los paramilitares -despiadados asesinos de miles de colombianos- con tal de conservar el poder y los beneficios económicos que éste le reporta (incluyendo, por supuesto, el negocio del narcotráfico). El llamado escándalo de la narco-para-política está a la orden del día en nuestro país, al grado que puede escucharse a uno de los mayores asesinos de colombianos indefensos, el jefe paramilitar Salvatore Mancuso, reclamar privilegios por haber cometido sus atrocidades en defensa del Estado. Y quién lo puede negar: el paramilitarismo y el narcotráfico están en las entrañas del Establecimiento y son la esencia misma del actual gobierno.

Ministros, militares de alto rango –activos y retirados-, legisladores, empresarios, ganaderos, embajadores, todos con las manos manchadas de sangre inocente; todos cerrando filas en torno al lucro personal y el poder, único horizonte de su labor política.

Raul Reyes

FARC-EP



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