11 abril 2006

La destrucción del altiplano


Los aymaras habitan desde las orillas del lago Titicaca y la cordillera de los Andes, hasta el noreste argentino, en territorios que fueron fragmentados y repartidos tras la independencia de España.
A. Perez G.
En Chile, sobreviven en el altiplano y la franja precordillerana de las regiones de Tarapacá y Atacama. Sus rituales sagrados se desarrollan al ritmo de las estaciones, coexistiendo sincréticamente tradiciones prehispánicas y cristianas. Basan su economía en la explotación agrícola de subsistencia en los oasis y vertientes a lo largo de Azapa, Lluta, Camarones, Camiña, Tarapacá, Pica y Quillagua, donde producen choclos, ajos, orégano, tomates y ají, principalmente. Quienes viven en el altiplano crían auquénidos, mientras los habitantes de la precordillera se dedican al cultivo de quinoa, verduras, frutas y semillas, gracias al uso de terrazas. Son pastores y agricultores trashumantes, y en su cosmovisión la naturaleza y la pachamama -la madre tierra-, es sagrada. Evo Morales Aima, actual presidente de Bolivia, es un aymara, y bien sabe que las fronteras no tienen ninguna importancia: "Debemos explotar juntos nuestros recursos naturales, para resolver juntos nuestros problemas sociales y económicos", dijo en el Estadio Nacional.

Finalizada la guerra del Pacífico -más propiamente guerra del Salitre y el Guano-, se inició en Tarapacá y Atacama la forzada "chilenización". La guerra entre Chile, Perú y Bolivia, ocurrió en territorio aymara: "A comienzos del siglo XX se impuso forzadamente la cultura chilena, reprimiendo la nuestra. Muchas familias se vieron obligadas a abandonaran sus tierras, que comenzaron a ser escrituradas por el fisco, no obstante seguíamos ocupándolas. La violenta 'chilenización' hizo que nuestra cultura se practicara clandestinamente. Se prohibió, incluso, el uso de nuestra lengua, iniciado 1920", señala Alfredo Chipana, integrante de la Comisión Jurídica Indígena Urbana de Iquique.

Muchos perdieron su identidad. La dictadura de Pinochet inició una segunda "chilenización", erigiendo regimientos y concentrando a la población escolar rural en las llamadas "escuelas de frontera": "Se rompió el lazo que teníamos con el Alto Perú, y nuestra economía que se basaba en el intercambio de productos entre los distintos pisos ecológicos como la puna y la costa se desestructuró completamente. Familias quedaron separadas por fronteras. Además, grandes trechos de territorio donde habita el aymara, fueron minados", agrega.

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http://www.lainsignia.org/2006/abril/ibe_002.htm

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