“Habíamos saltado sobre el lomo de la historia y la sentíamos debajo de nosotros (. . .) había en ello una ilusión bastante idealista de que éramos precisamente nosotros los que inaugurábamos una época de la historia de la humanidad en la que el hombre (cada uno de los hombres) ya no iba a estar al margen de la historia ni bajo el yugo de la historia, sino que sería él quien la dirigiese y la creara.”
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