21 junio 2006

Mirando el Mundial

Este mundial lo he visto a retazos, picando por aquí y por allá como recreo cuando las teclas se me ponen ariscas. El campeonato es un hoyo negro que chupa el tiempo- no quiero ni pensar en hacer el cálculo de las horas que tomaría ver por lo menos uno de los tres partidos diarios de la primera fase. Con el resumen de los goles en TVN me basta, aunque me saco los cilicios un poco el fin de semana y a lo mejor me acomodo a ver la mitad de un partido, o un pedacito del final, los mejores minutos.

El viernes pasado tuve cueva, para ponerlo de manera fina, porque prendí la tele cuando Argentina iba ganando uno a cero y en el preciso momento en que empezaba desde el fondo albiceleste una seguidilla rítmica de toques y triangulaciones. La jugada fue como in crescendo, con perfección sinfónica, hasta culminar con el cruce desde el vértice izquierdo del área grande al centro, donde venía inspirado Cambiasso, que se la cachetea de borde externo, al primer toque, a un Crespo que corre paralelo al arco, se frena y la pone de taquito para que el mismo Cambiasso mande el zurdazo y se manifieste en una cancha de Gelserkirchen nada menos que el gol perfecto. Porque eso fue, un gol perfecto, un momento eucarístico total.

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