Yo siempre he tenido el pelo muy negro y cuando era niña, mi madre me decía que ese era un pelo hermoso porque era de india”. Así recuerda Yasna Provoste Campillay, ministra de Educación, la forma en que su familia vivía con orgullo el hecho de ser diaguita. Mientras se desempeñaba como intendenta en la Tercera Región, fue una de las impulsoras del proyecto de ley, presentado en 2002 por Antonio Leal, que buscaba reparar la omisión de esta etnia en la Ley Indígena, de 1993.
Un postergación que hoy se espera subsanar con la aprobación de la normativa que los incluye en la categoría de etnia, iniciativa recién aprobada en el Congreso y que les permitirá obtener los beneficios sociales y económicos que hoy gozan los otros grupos indígenas. “Esta ley es una gran valoración a nuestros ancestros, una estimulación a reconocernos, a entender que Chile es multicultural. En algún momento reconocer que se era indígena tenía una connotación peyorativa, pero ahora es un orgullo. Cuando me tocó recorrer los valles, me di cuenta que los relatos que siempre me contaban desde pequeña eran los mismos de la gente que vivía allí y que es la memoria de un pueblo vivo”, sostiene la ministra.
Yasna Provoste comenta que desde pequeña se relacionó con su cultura, “a partir de relatos y la convicción y el orgullo de mi bisabuelo y de mi madre que siempre decían: somos indígenas. Siempre en mi casa vivimos nuestra identidad con un gran orgullo. Hubo un tiempo en que nos hicieron creer que esa diversidad no existía y que uno debía borrarlo para mantener la unidad nacional, pero yo creo que puede existir una base más sólida para esa unidad cuando hay un reconocimiento a culturas que afloran libre y creativamente, con respaldo técnico y oportunidades”.
todo el art. en: La Nacion
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