14 mayo 2007

LA MALA IMAGEN DE CHILE EN AMÉRICA

Juan Pablo Cárdenas*
La situación ha cambiado. Los chilenos tuvimos
siempre la percepción de tener amigos en todo el
mundo y, en especial, en América Latina. Con el
Golpe Militar de 1973, gobiernos y pueblos de todo
el orbe demostraron afecto y una estremecedora
compasión por nuestro país, como por aquella
multitudinaria diáspora que se repartió por los
cinco continentes. Lo que acontecía en Chile era
similar a la tragedia de argentinos, uruguayos,
brasileños o guatemaltecos, sin embargo fuimos
nosotros los que concitamos mayor atención y,
desde luego, solidaridad. Incluso las más modestas
naciones ofrecieron asilo a las víctimas de la
represión y hasta aquellos regímenes que
defienden intereses más que valores sintieron la
obligación moral de asistirnos.
Hoy, sin embargo, la encuesta que realiza en 18
países la Corporación Latinobarómetro nos
señala como uno de los cinco países "menos
amigos" del Continente, en circunstancia que
hasta 1998 estábamos entre los siete más
amistosos. Vamos, al parecer, en caída libre
hacia el lugar históricamente reservado para los
Estados Unidos, potencia con la peor imagen
entre los latinoamericanos.
De esta forma es que el propio secretario
general de la OEA, José Miguel Insulza, llama la
atención de que existe una creciente
desconfianza hacia nuestro país en el exterior.
Tal como el actual Presidente del Directorio de
Latinobarómetro, el ex canciller Juan Gabriel
Valdés, atribuye nuestra distancia del Continente
al empeño de nuestros gobiernos por privilegiar
las negociaciones comerciales con Estados
Unidos y Canadá.
De esta forma es que entre los países
latinoamericanos ni siquiera quedan muchas
expectativas de hacer negocios con Chile,
asumiéndose mucho mejor la posibilidad de
estrechar vínculos comerciales con Brasil,
Venezuela y Argentina. Lo más penoso de todo
esto es que los chilenos también encuestados
creen en más de un 67 por ciento que es buena
o muy buena nuestra imagen en el Continente.
La encuesta no ofrece explicaciones al creciente
deterioro de la estima que se nos tiene en el
exterior. Sin embargo, parecen plausibles las
expresiones de varios políticos y analistas
entrevistados en cuanto a que Chile ha mirado
con desdén la integración latinoamericana,
privilegiado los lazos con Norteamérica, Europa y
Asia, así como el hecho de habernos jactado
tanto de nuestro "éxito económico", a pesar de
las flaquezas de un modelo exportador que no
reparte bienestar social.
Además de las razones o sinrazones comerciales,
es justo imputarle a nuestra política exterior una
pobre valoración de las relaciones políticas y
culturales. De su falta de iniciativa para
estrechar buenas y permanentes relaciones, por
ejemplo, en el plano educacional, artístico y
deportivo, en la que otras naciones como
México, Venezuela y Cuba nos llevan enorme
ventaja. Un país, asimismo, que al momento que
nuestros vecinos manifiestan carencias y
urgencias dramáticas, aprovecha de emprender
una carrera armamentista arrogante y
multimillonaria por afianzar superioridad bélica.
Adquiriendo armas de claro perfil agresivo más
que "disuasivo", según el eufemismo militar.
Un país que presume, también, en lo político,
pese a su democracia acotada, una transición
interminable, signos severos de corrupción de
nuestra clase dirigente, un enorme desencanto
ciudadano y una decreciente autoestima interna,
producto de la desigualdad social escandalosa y
explosiva, en la que sólo son peores que Chile
otras dos o tres naciones del mundo. Con un
régimen institucional en evidente desventaja con
otros realidades continentales en que la
soberanía popular puede expresarse en
plebiscitos, asambleas constituyentes, libertad
sindical, diversidad informativa y parlamentos
más representativos.
*Juan Pablo Cárdenas, periodista chileno, Premio
Nacional de Periodismo 2005, columnista de la revista
El Periodista.

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