Este tropel escinde a los liberales y a los ultra conservadores. Al primer grupo pertenecen todos aquellos seres ¿humanos? cuya vida cobra sentido gracias a la acumulación constante de capitales: generalmente son licenciados en Economía con MBA y en algunos casos doctorados. Hacen del signo dólar la consigna y no escatiman recursos a la hora de concretar sus anhelos más íntimos: usurean, estafan, explotan, engañan. A veces se candidatean para la presidencia de la República y por lo general nunca triunfan ¡Muy buena señal! Significa que el goce estético de los chilenos todavía no se ha rebajado lo suficiente…
Al segundo grupo pertenecen todas las familias pseudo aristocráticas de la nación –afortunadamente la historia nos explica que provienen en su mayoría, de la estirpe más plebeya y viciosa de Europa-. Acaparan la atención de todos los medios conservadores y derechistas, estampando las páginas sociales con sus alegres francachelas en honor a la inauguración de la novísima tienda de cachivaches para decoración de las dos amigas imbéciles de moda, o regentando exhibiciones “artísticas” vinculadas a toda la porquería snob de la alta esfera santiaguina. Incluso algunos medios les dan “tribuna” para que los más viejos expresen su opinión o sencillamente se “luzcan”, casi como un asilo para todo lo que entre ellos mismos es senil y decadente: podemos leer allí las bufonadas de Horriblemógenes Pene de Alce, o contemplar las sonrisas diabólicas de María Rosa ManGuera o Juanita Hastamañana.
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