
Mientras varios gobiernos occidentales están tratando de definir una posible relación con el movimiento palestino Hamas, algunos círculos progresistas y de izquierdas tampoco tienen muy clara su propia percepción del movimiento islámico.
Algunos han llegado incluso a afirmar que Hamas es, más o menos, un invento israelí. De hecho, la acusación de que fue la inteligencia israelí la que creó a Hamas se ha convertido en algo tan habitual que a menudo no requiere de ninguna sustanciación seria. Pero esa afirmación es en sí misma errónea, hay ciertamente una razón y una historia detrás de ella. Pero, ¿fue Hamas, en realidad, obra del Mossad israelí?
La mera sugerencia es grave, porque no sólo desacredita a una única facción sino que implica que los palestinos se engañan al pensar que actualmente tienen algún control sobre su destino colectivo. Esa noción –la de que Hamas es la creación de Israel- es sencillamente incorrecta.
Podría ser complicado para cualquiera comprender cómo dicho movimiento puede haberse afianzado y florecer con tal apoyo popular si no se está familiarizado con la historia social, económica y religiosa de la Franja de Gaza, el lugar de nacimiento de Hamas.
Es verdad que desde hace muchos años los palestinos vienen sufriendo pobreza, hambre y humillación bajo la ocupación israelí. Y aunque la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ha jugado un papel importante al representar y hablar en el exterior en nombre del pueblo palestino, su papel en los territorios ocupados ha sido, en el mejor de los casos, el de ausente.
Hay razones para ello, y no es la menos importante que la OLP tenía sus propias y complejas prioridades internacionales y regionales y que carecía de las raíces locales que sí tenía el movimiento islámico. Fue sólo una respuesta natural que la institución religiosa llenara el vacío de un gobierno ausente, un papel que se tomó muy en serio. Pero observemos un poco más cuidadosamente la evolución y crecimiento de Hamas especialmente en Gaza, una presencia que ya tenía un fuerte impacto allá por 1967.
En los primeros años de la ocupación, el movimiento islámico en Gaza llevó a cabo un esfuerzo que requería de fuertes y bien establecidos fundamentos. Inicialmente, el movimiento rechazó la noción de lucha armada y fue a menudo criticado y ridiculizado por los movimientos de liberación laicos por tapar su débil naturaleza como “pacifismo”.
La verdad es que el movimiento islámico en Gaza no despreciaba la lucha armada ni en un sentido general ni aplicada a sí mismo; sentía que esa nación de mayoría de refugiados era un estado vulnerable y que necesitaría de años de preparación antes de poder convertirse en una fuerza con la que hubiera que contar. Por esta razón, invirtieron décadas en fortalecer sus vínculos sociales en la sociedad gazatí, construyendo mezquitas, centros infantiles, hospitales, colegios, etc.
El movimiento islámico denominó los años de la etapa entre 1967 a 1975 como la fase de “construcción de la mezquita”. La mezquita era la institución central que galvanizó a las sociedades islámicas en Gaza. No era un simple lugar de culto sino un centro para la educación, la interacción social y cultural y, más tarde, la organización política.
En el período que fue entre 1967 y 1987, el número de mezquitas en Gaza se triplicó, aumentando desde 200 a 600. Los años que fueron de 1975 a la década de los ochenta se denominaron la fase de la “construcción de institucionalidad social”, que incluía la formación de clubes islámicos, organizaciones de beneficencia, sociedades estudiantiles, etc., sirviendo todo ello como puntos de encuentro de la juventud musulmana.
En 1973, se estableció en Gaza el Centro Islámico, la actual entidad que sirvió de motor para todas las actividades del movimiento. A niveles amplios se consideraba que el centro era una extensión de los Hermanos Musulmanes del pasado, influenciados por Egipto. Israel, deliberadamente, hizo muy poco para detener el establecimiento de la organización, como también hizo muy poco para ayudarla a crecer.
La curiosa actitud de Israel podría explicarse como parte de su política de premio y castigo. Ya que los islamistas –en aquella época particular- habían renunciado a la lucha armada y estaban proporcionando una serie de servicios que ahorraba muchos millones al presupuesto israelí, parecía que había poca necesidad de interrumpir lo que en aquel momento podían parecer actividades inocuas. Pero lo más importante es que Israel desconfiaba del aumento de las instituciones de la OLP en el exterior y de su creciente influencia en las sociedades palestinas de los territorios ocupados.
Pero hubo más, la creciente amargura entre otros movimientos de liberación en Gaza y el movimiento Islámico, dirigido por el Sheij Ahmad Yassin dio esperanzas a Israel de que el crecimiento de las hostilidades provocaría la pacificación y parálisis de todos los respectivos grupos, ahorrándose así Israel la difícil tarea de controlarlos. Uno podría sostener que cualquier interferencia israelí para detener el crecimiento y evolución del movimiento islámico en Gaza, en aquel período, habría simplemente acelerado su radicalización en contraposición a su destrucción total.
Los setenta y los ochenta fueron años de creciente confusión para los palestinos a causa de los Acuerdos de Camp David, la invasión israelí del Líbano y las muchas masacres cometidas por Israel, matanzas que alcanzaron su cima con las masacres cometidas en 1982 en el Líbano por un grupo de las milicias cristianas de las Fuerzas Libanesas en las localidades de Sabra y Chatila.
Fue durante esa época cuando el movimiento islámico en Gaza experimentó una tremenda metamorfosis. Décadas de trabajo fueron puestas a prueba cuando el movimiento evolucionó abrazando la lucha armada. Ciertamente que no fue una transformación inmediata sino que había ido evolucionando desde 1967 hasta llegar a ese punto.
Si las tendencias religiosas son racionales en sus propias narrativas o no, el hecho fue que el crecimiento, cambio y evolución del movimiento islámico palestino, en todas sus manifestaciones en la Franja de Gaza, siguió un proceso racional que fue único en Gaza y en su historia.
Leer articulo completo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario