16 enero 2006

La ....de Michelle


Bachelet en La Moneda

Simple creación marquetera

La hija del tigre

Machismo antigordi

Chile, una egocracia



La "cueva" de Michelle

Diez años atrás hizo el loco electoral ante Lavín y ahora llega a La Moneda, al impulso de sucesivos golpes de suerte, al igual que muchos que conquistaron la Presidencia de Chile

Por Raúl Gutiérrez V., editor del GRANVALPARAISO.CL
(16/01/06)

AL ENFRENTAR A sus enfervorizados partidarios que la aclamaban como la primera mujer que llega a la Presidencia de la República, Michelle Bachelet tiene que haber pensado en las vueltas que da la vida, porque menos de diez años atrás, en las elecciones municipales de 1996, aquellas en las cuales el ministro del Interior de Frei Ruiz-Tagle quiso votar con su licencia para conducir, las mismas en las cuales Joaquín Lavín obtuvo casi el 80% de los votos en Las Condes, Michelle Bachelet consiguió apenas 2.622 votos como candidata a concejal en esa misma comuna. Mientras Joaquín Lavín iniciaba su marcha, la que muchos consideraban imparable, hacia La Moneda, gracias a un respaldo abrumador en aquel municipio, Bachelet se iba para su casa con apenas el 2,3% de los votos.

Nunca más, hasta fines del año 2005, participó en una elección ciudadana, de modo que puede ahora jactarse de haber llegado a la Presidencia de la República con apenas una elección a cuestas, en la cual no obtuvo ni siquiera 3.000 votos, contra los 3.700.000 que sufragaron por ella en la 2ª vuelta electoral. ¿Alguien podría decir, entonces, que la señorita Verónica Michelle Bachelet Jeria no es una mujer afortunada, de tremenda cueva, como decimos los chilenos para aludir a alguien que es altamente suertudo?

Por lo demás, si en el año 2000 ella no hubiese sido designada ministro de Salud por el recién electo Ricardo Lagos, Michelle habría permanecido seguramente en la trastienda de los partidos políticos concertacionistas, llevando una tranquila vida de burócrata en cargos de menor importancia, como los que sirvió en el transcurso de los años 90, tras el restablecimiento de la democracia en Chile.

LAGOS DEJA TODO BIEN AMARRADO
Su victoria es recibida con júbilo no sólo por millones de mujeres, sino también por muchos varones, género que votó en mayor porcentaje por la candidata concertacionista. El riesgo de que las esperanzas y expectativas de esta gente resulte frustrado es muy alto porque en rigor es poco lo que ella podrá hacer al frente del Gobierno, aun cuando ahora el bloque gobernante controle ambas Cámaras del Congreso. Es que el Presidente Ricardo Lagos, a cuya sombra Verónica Michelle medró y que terminó actuando de generalísimo de la campaña, se preocupó durante los seis años de su mandato de dejar todo bien atado, perfeccionando al máximo el modelo económico neoliberal implantado por la dictadura del general Pinochet.

Tan brillantemente cumplió esta gestión el Presidente Ricardo Lagos, que las cúpulas empresariales han manifestado no sólo su adhesión, sino que su amor casi sexual al hombre que casi cuarenta y cinco años atrás escribió el libro "La Concentración del Poder Económico en Chile", para denunciar que la economía chilena era manejada por un puñado de señores y familias. A comienzos del siglo XXI, gracias a la política económica impulsada por el Gobierno del Presidente Ricardo Lagos, esa concentración es mayor que nunca antes en la historia de Chile y las posibilidades de introducir cambios estructurales son prácticamente nulas, tras la suscripción de tratados de libre comercio con EEUU y la Unión Europea.

Pese a que la distribución del ingreso y de las oportunidades es, ahora, semejante a la que imperaba en Chile al término de la dictadura militar, Lagos goza de enorme popularidad, debido a un inteligente manejo de los medios de comunicación, al apoyo creciente y ahora jubiloso que le dispensa la derecha económica y a la alienación científica de la conciencia de la ciudadanía a través de una farandulización de la política y un escamoteo de los temas que de veras inciden en la calidad de vida de la gente.

Convertidos en zombies, los chilenos terminaron por caer seducidos ante la soberbia y arrogancia de Ricardo Lagos, que supo explotar inteligentemente la mentalidad autoritaria que subyace en la mayoría de los chilenos, sobre todo de condición modesta, criados desde niños en el respeto sacrosanto a la autoridad y en el culto al secretismo, lo que desarrolla en ellos el espíritu de siervos antes que de ciudadanos.

Pero Verónica Michelle, claro, no fue capaz de capitalizar el total del abrumador respaldo ciudadano de que goza, según las encuestas, el Presidente Lagos. Éste dispondría del apoyo de alrededor del 65, 70 o más por ciento de los chilenos, al término ya de su mandato; y Verónica Michelle obtuvo en la primera vuelta apenas el 46% de los sufragios, cifra que subió al 53, al materializarse la 2ª vuelta, en que los chilenos tuvieron que elegir entre dos versiones de la derecha, la concertacionista o la derecha liberal, representada por Sebastián Piñera, con el apoyo forzoso de la derecha más recalcitrante.

LA GESTION MINISTERIAL DE MICHELLE
Mujer suertuda, sin duda, porque a pesar de su pobre desempeño electoral antes del año 2000, sus discutibles desempeños como ministra, primero de Salud y luego de Defensa aparecieron como los únicos elementos capaces de justificar su postulación presidencial. Bajo una administración en la que Ricardo Lagos ha ejercido un control tan apabullante, cooptando todos los ministerios, es difícil que haya algún ministro que haya podido brillar con luz propia.

La gestión de Bachelet en Salud resultó mediocre y de ese cargo salió sin pena ni gloria, tras el fracaso en la misión demagógica de terminar con las colas de atención en los consultorios. Es cosa de darse hoy una vuelta por estos recintos para comprobar que varios años después persiste la pésima atención a los usuarios más pobres. Pasó luego al Ministerio de Defensa, transformada en la primera mujer que ocupaba esa cartera. Ella se jacta de haber promovido la mayor modernización de las FFAA chilenas, la que contiene un ingrediente nada despreciable de desaforado armamentismo en que Chile se sumió bajo el Gobierno de Lagos, con una compra desmesurada de barcos, aviones y tanques con la excusa de que se trataba de renovar material obsoleto.

Ya se quisieran los hospitales o policlínicos públicos que la Bachelet administró durante algún tiempo como Ministra de Salud, la aplicación del mismo criterio que el que ella misma impulsó para el caso de aviones de guerra, tanques y fragatas y misileras. Ello significaría destinar ingentes recursos para pintar y refaccionar los locales de cientos de hospitales y consultorios que se encuentran en condiciones deplorables y la renovación de gran cantidad de equipamiento médico que ha cumplido con creces su vida útil. Pero supuestamente lo que la ahora Presidente electa promovió de preferencia durante su gestión como ministra de Defensa habría sido un cambio de mentalidad, de modo de acercar las FFAA a la ciudadanía, liquidando el pasado que las vinculó a la concepción pinochetista de la seguridad nacional.

Si alguien quiere desconocer que fue suertuda, debiera tener en cuenta que el ministro del Interior durante buena parte de la gestión Lagos, José Miguel Insulza, obtuvo un reconocimiento mucho más amplio acerca de las bondades de su gestión al frente del Ministerio del Interior, pero no logró la candidatura presidencial que muchos consideraban un premio justo por su desempeño.

También, desde dentro del sistema neoliberal, abundan gobiernistas y opositores que consideran que Nicolás Eyzaguirre ha cumplido una gestión notable en la cartera de Hacienda. Sin embargo, ninguno de estos dos ministros, pese a su supuesto buen desempeño, tuvo la suerte de la Bachelet de recibir la nominación de sus partidos. Y si Soledad Alvear logró esa nominación por parte de la Democracia Cristiana, y tenía antecedentes mucho más categóricos y valiosos de gestiones meritorias en diversas carteras ministeriales durante el período democrático, en definitiva tuvo que abandonar su precandidatura a mediados de año ante el mar de fondo que se vivía en su partido. De esta forma, Michelle tuvo la suerte, después de ser una candidata casi por casualidad, de ver el camino libre y despejado hacia La Moneda.

DOLORES Y SUFRIMIENTOS
¿Tremenda "cueva" la de una mujer cuyo padre murió en manos de la dictadura militar, y que tras permanecer detenida durante algunos días, tuvo que irse al exilio?

Bueno, el general Bachelet, que fue un militar constitucionalista, colaborador leal del Gobierno constitucional de Salvador Allende en la tarea de atenuar los estragos que causaban las maniobras de sabotaje de la derecha dura, empeñada en derrocar al Presidente constitucional en los años 72 y 73, sufría de afecciones cardíacas, de manera que su fallecimiento en 1974, mientras estaba prisionero, no puede ser en rigor atribuido a torturas, aunque sí a malos tratos, ciertamente propinados por la dictadura y sus propios camaradas de armas. Pero la diputada Isabel Allende, hija del Presidente mártir, no ha sido postulada a la presidencia de la República, y seguramente sufrió harto más que Michelle Bachelet.

De otro lado, si bien la doctora y su madre estuvieron prisioneras durante algunos días, y seguramente fueron objeto de malos tratos, no hay evidencia categórica que indique que se las sometió a tortura. En todo caso, son miles y miles los chilenos que se vieron expuestos a torturas por parte de la dictadura militar y los antecedentes de sus tragedias personales deberán permanecer bajo siete llaves, pues a cambio de una miserable pensión que el Gobierno de Lagos decidió otorgarles, se impuso un secreto durante 50 años para las denuncias que estas personas efectuaron ante la llamada Comisión Valech. Estos chilenos deberán conformarse con esa pensión casi simbólica, la que les fue negada a muchas de las víctimas que no pudieron probar los tormentos a los que fueron sometidos, mientras que Michelle Bachelet recibe como premio la Presidencia de la República.

Es difícil establecer un termómetro para cuantificar cuánto han sufrido las personas por diversas causas en su vida, pero seguramente Verónica Michelle no está entre quienes han llevado una vida más atormentada y dolorosa, porque si bien hubo de salir al exilio, lo mismo que miles y miles de chilenos, ella, que provenía de una familia de clase media, bien relacionada y con buena base educacional, supo aprovechar su permanencia en el exterior para fortalecer su calificación y contactos. Mientras miles de chilenos soportaban acá adentro la dictadura militar y se esforzaban por combatirla, ella se dedicó a vivir su vida, sus amores y a instruirse; entre otras cosas, a aprender los cuatro idiomas que se jacta dominar (francés, inglés, alemán, portugués), aun cuando, como lo comprueba quien la escucha hablar un rato, su manejo del castellano es poco superior al elemental, con una pobreza lamentable de expresiones y vocablos y una simplicidad abismante en sus reflexiones y comentarios.

Tremenda cueva la de Michelle, porque fue alzada como fenómeno mediático por la cadena periodística El Mercurio, que creyó que una militante socialista que había estado vinculada a la extrema izquierda y que ha tenido cuando menos tres parejas conocidas, sin haberse nunca matrimoneado, entraría en conflicto con la mentalidad supuestamente conservadora de los chilenos.

Sin embargo, tal vez en una demostración patente de machismo, los periodistas y los medios de comunicación no tocaron ni con el pétalo de una rosa la vida íntima de Bachelet, pese a que se estaba en campaña para elegir al nuevo inquilino de La Moneda. Todos se concertaron para abstenerse de indagar en la vida seximental de la candidata y sólo por allí algún león sordo le preguntó acerca de la relación que mantuvo décadas atrás con un alto personero del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, grupo que en los tiempos de la dictadura luchaba legítimamente por la vía armada para derrocar a Pinochet, intentando incluso asesinarlo. Hasta ahí llegó la indagatoria periodística y nadie tuvo el coraje o el ánimo de preguntarle a Verónica Michelle si el hecho de que haya tenido hijos de un militante socialista de auténtica izquierda y, más recientemente, de un colega médico de orientación derechista era o no una señal clara de su pluralismo y tolerancia.

Tampoco fue posible que los periodistas cumplieran su deber sometiéndola a un auténtico debate con los otros candidatos que saltaron a la arena política. El comando de Michelle Bachelet se las arregló para imponer una mordaza a los periodistas mediante la exigencia de una serie de condiciones en el formato de los debates televisivos, que hicieron en la práctica imposible las contrapreguntas, pese a que ellas son la esencia del quehacer periodístico, y someter a confrontación los planteamientos entre los distintos postulantes.

Nadie tampoco indagó mayormente en el tema de su salud; se sabe que es hipertensa y que no hace mucho tiempo, tal vez un par de años, debió operarse de un aneurisma, y que posteriormente, debido a un resfrío mal cuidado, se agarró una neumopatía grave, pero parece que esto fue considerado también un tema propio de la vida más personal, sagrada e inviolable de la candidata, y no un aspecto que debía ser evaluado por la ciudadanía a la que deberá ahora servir cuatro intensos años.

Y si bien algunos pocos echaron un poco a la broma su tremendo gaffe cuando un periodista le pidió su opinión acerca del tipo de cambio, en realidad los medios de derecha, que son la abrumadora mayoría nacional, la trataron con bastante dulzura. Porque si hubiese sido un hombre que, por otra parte, hubiera tenido hijos con distintas mujeres, de distinta orientación sociopolítica, seguro que habría sufrido los embates de las hembristas y las ridiculizaciones sistemáticas de quienes consideran que quien llega a la Presidencia debe tener cierta información básica para manejar un país.

Michelle gozó de la ventaja de un tratamiento especial incluso cuando se le planteó el tema de los DDHH en China; entonces fingió no estar informada de las denuncias sistemáticas de Amnistía Internacional y otras organizaciones de defensa de los DDHH, las mismas que durante la dictadura del general Pinochet lograron alertar al mundo acerca de las brutalidades del régimen militar. Michelle Bachelet sostuvo que impondría algunas cortapisas al intercambio con China si se llegaban a comprobar violaciones que han sido ya muchas veces documentadas y que no merecen ni la menor duda.

MAL MENOR
¿Pero tiene después de todo tanta cueva la ahora Presidente, según dijo que quería que la llamaran, Michelle Bachelet? Bueno, algunos argumentarán que sí, pues llega a la Presidencia gracias al apoyo a regañadientes que le brindaron cientos de miles de comunistas y muchos desilusionados concertacionistas, quienes, a última hora, con los dientes apretados, se dijeron que no podían de ninguna manera facilitar el camino a Sebastián Piñera, que construyó su fortuna bajo la dictadura de Pinochet y, podríamos agregar, la acrecentó sustancialmente bajo los gobiernos de la Concertación.

Esos comunistas a los cuales probablemente Bachelet no les dará ni la hora, imitando a Ricardo Lagos, pese a que fueron cruciales para los triunfos en las segundas vueltas de uno y otra, y esos concertacionistas desilusionados que votaron por el mal menor, fueron el elemento clave que confirma cuán suertuda es Michelle Bachelet, quien llega a la presidencia de la República con el apoyo entusiasta sólo de una minoría (no confundirse por las imágenes de masas jubilosas celebrando su victoria, ya que ellas son una ínfima fracción de la ciudadanía) y el apoyo a regañadientes de una enorme masa que sólo quería impedir el retorno de la derecha política a La Moneda.

TANTOS TIPOS CON CUEVA
Pero para ser justos, resulta imposible ignorar que Michelle no es la única en tener la cueva de llegar a la Presidencia de la República sin mayores méritos propios. Para evaluar sólo el período de transición a la democracia, proceso que según algunos todavía no termina, ¿alguien podría explicar cómo Eduardo Frei Ruiz-Tagle pudo acceder y permanecer durante seis años en La Moneda? Un individuo intelectualmente mediocre, con inteligencia sólo para los negocios, al borde del autismo, que brindó con champagne el 11 de septiembre de 1973 para celebrar el derrocamiento de Salvador Allende y cuyo único mérito, doble por cierto, ha sido llamarse Eduardo y apellidarse Frei, llegó con una votación abrumadora a la presidencia de Chile en 1994, apoyado por socialistas y PPD, supuestamente los progresistas de la Concertación, aparte claro de su partido, la Democracia Cristiana. ¡Esa sí que es cueva!

Si se trata de mencionar individuos mediocres, no sólo desde el punto de vista intelectual, sino también moral, es imposible pasar por alto el nombre de Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, que manejó el país sin escrúpulo alguno, dando muestras de una crueldad infinita. Y si nos vamos más atrás en la historia de Chile, seguramente encontraremos una larga serie de personajillos de una mediocridad abismante, carentes de energía, de creatividad, de brillo, de ingenio, de cultura, que quedarían en vergüenza si fuesen sometidos ahora a una lupa escrutadora.

En consecuencia, podemos decir que son muchos los varones que a lo largo de la historia de Chile han llegado de pura cueva al palacio de La Moneda. De Michelle sólo habría que decir que como tantas veces sucede en esta vida, en la que la diosa Fortuna juega un papel tan trascendente, que ella ha sido, si no el hombre adecuado en el momento adecuado, la mujer precisa en el momento preciso.

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