DÉCADAS ATRÁS, CUANDO la economía y la sociedad chilena estaban volcadas hacia adentro y las actividades y la cultura rurales tenían mucho peso en el país, los dueños de fundo solían esgrimir una pintoresca explicación, para no calificarla de indecente, respecto de los exiguos salarios que pagaban a sus inquilinos. No sacarían nada con ganar más –argumentaban; si les pago un mejor salario van a ir a emborracharse a la cantina y ese ingreso extra terminará en manos del dueño del local y no favorecerá a la familia del trabajador.
El gobierno de la socialista Michelle Bachelet ha decidido aplicar el mismo criterio ante la inesperada bonanza que el alza del precio del cobre ha traído para la economía nacional, por lo que en definitiva lanzará apenas algunas migajas a la plebe, aun cuando los politiqueros “progresistas” llegan a poner los ojos en blanco cuando aseguran que el cobre es “de todos los chilenos”.
Granvalparaiso
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