Por Karen Hermosilla Tobar (07/07)
¡PERO QUÉ MALA suerte! No podremos recibir a los miles de comensales con un vaivén sensual y un collar de flores nativas cortadas al alba. No quiero ni pensar que Te pito o te henua es un ombligo pelusiento en la mitad del planeta. (Nota del editor: Isla de Pascua es considerada el ombligo del mundo).
Rapa Nui la isla exótica de nuestro país recibió el desprecio de los votantes al no ser elegida como una de las siete maravillas del mundo moderno. Para instigar al público a votar por esta isla polinésica, no sirvieron las campañas del Gobierno de Chile, los llamados de Felipe y Tonka a participar de este duelo de beldades, ni siquiera la idea bizarra de que sus monumentos, los Moais, fueran creación de seres de otro mundo.
De todas formas, me parecía raro que Chile, un país con aspiraciones primer mundistas, con presidentes vestidos con telas nobles, con habitantes caracterizados por vidas sexuales discretas –con exclusión, claro, de modelos y futbolistas- promoviera y patrocinara como “maravilla” una isla indígena, con una cosmovisión “pagana”, de costumbres sensuales y voluptuosas basadas en el taparrabo y el Takona o pintura corporal.
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